Durante miles de años los seres humanos disfrutaron torturando, o viendo como torturaban a sus semejantes. Pero en un lapso relativamente breve de tiempo la tortura pasó de ocupar un lugar en las plazas públicas a ser practicada en secreto por el grado de desprecio que generaba. Durante más de cien años desapareció casi por completo de los debates políticos y académicos. Su mención sólo suscitaba una unánime condena en las democracias liberales. Pero ha vuelto. Desde hace ocho años los políticos y filósofos discuten sobre la corrección de aplicarla en ciertos casos, en las universidades y en el foro se polemiza sobre la conveniencia de su legalización. Los héroes de los relatos populares la practican para bien de todos. Mucha gente ya no la percibe como una acción absolutamente prohibida (incluso muchos disfrutan inconscientemente con ella a través de su televisor, los diarios y las revistas, o Internet). La tortura ha salido del armario para clamar por un sitio respetable donde quedarse, sin que le importen los cambios radicales que sufrirán nuestras sociedades para poder acogerla. Su mejor argumento consiste en mostrarnos que existen ocasiones en la que resulta imprescindible para salvar la vida de miles de inocentes, y que quienes la practican en esos casos no tienen que avergonzarse por ello. Nos recuerda que en ocasiones debemos elegir entre dos males, y que –si debemos interrogar a un terrorista que sabe donde esta colocada una bomba que acabará con la vida de miles de personas pero se niega a darnos la información con la que podríamos salvarlas- ella constituye el mal menor, la única opción moralmente correcta. La tortura ha emergido del limbo de la condena moral. Con esta conferencia pretendo colaborar en el esfuerzo para desenmascararla y devolverla a su sitio, si es que aún estamos a tiempo para ello.
CICLO PENSAR EL CINE I. Sesión 2: 17 de marzo a las 19 hs. Aula Magna de la Facultad de Derecho, Ourense.
Información e inscripción: www.pensarelcine.es
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