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31 ene 2011

The Walking Dead: zombies y mujeres guerreras

TECLADO INVITADO: Paula Blanco Álvarez

En primer lugar, voy a analizar cual es el papel de la mujer en esta serie de zombis recientemente estrenada denominada “The Walking Dead”. Es decir, por una parte analizaré cómo se nos presenta a la mujer en un contexto actual (en el año 2010) en un país occidental (Estados Unidos) en el cual se supone que la mujer ha alcanzado ya grandes cotas de igualdad con respecto a los hombres, y que se sigue luchando esta dirección. Por otra parte, compararé el papel atribuido a la mujer en esta serie de terror con el atribuido a la mujer en la película “La noche de los muertos vivientes” de 1990, de Tom Savini, centrándome en el papel desempeñado por el personaje de Bárbara.

En segundo lugar, analizaré como son considerados los zombies (aquí denominados caminantes o “dead walkers” en inglés) y compararlos con cómo se nos presentaban en la película antes referida de Tom Savini.

Es decir, las dos grandes preguntas que me formularé en este trabajo serán: ¿Cuál es el papel desempeñado por la mujer en la serie “The Walking Dead”? Y ¿Son los zombis considerados personas?

La metodología utilizada consiste en el visionado de los 6 capítulos que conforman la primera temporada de la serie en cuestión y la comparación de estos con las películas ya vistas en clase: “La noche de los muertos vivientes” de George A. Romero y el remake de homónimo título de Tom Savini así como con los artículos de Waitess sobre la mujer guerrera y de Barry Keith Grant titulado “Taking Back the Night of Living Dead: George Romero, Feminism, and the Horror Film”.

La serie The Walking Dead consta de 6 capítulos en su primera temporada y nos cuenta la historia de un grupo de supervivientes durante una apocalipsis zombie. Tiene la peculiaridad de que cada capítulo está dirigido por un director distinto, entre ellos dos mujeres: Michelle Mclaren y Gwyneth Horder-Pyton. En el guión, sin embargo, solo participan hombres, 6 también.

Se inspira en la película de “La Noche de los Muertos Vivientes” de George A. Romero, tal y como queda de manifiesto en la primera escena de la serie que nos muestra un coche andando por una carretera desierta, con ringleras de árboles a los lados, en un paraje rural. A continuación Rick, el protagonista, vestido con su uniforme de sheriff mata a una niña de 6 años de un tiro en la cabeza y sin dudarlo un momento ya que se había convertido en zombie. Todo el comienzo, por tanto constituye un guiño claro a la película en la que se inspira.

¿Cuál es el papel desempeñado por la mujer?

Entrando a responder a la primera pregunta planteada debo hacer referencia al gran número de mujeres que intervienen en la serie, sin embargo, ninguna de ellas es una mujer guerrera. Si bien, el personaje de Bárbara de “La Noche de los Muertos Vivientes” de Tom Savini era claramente una mujer guererra, si bien podía interpretarse que cumplía o no las características expresadas por Waitess, ninguna de las mujeres de la serie aquí analizada se puede considerar, ni por asomo, una mujer guerrera. En mi opinión se asemejan bastante más al papel de la mujer interpretado por la Bárbara de George A. Romero.

A continuación pasaré a analizar los rasgos de los personajes femeninos y algunas escenas que justifiquen dicha opinión. Debo decir, que todas las mujeres de la serie aparecen guiadas por un hombre, desempeñando diferentes roles (padre, marido...) que las guía, las protege o les dice lo que tienen que hacer.

Así, Lori Grimes,(la mujer de Rick, el protagonista de la serie) se nos muestra a lo largo de toda la serie en el papel de madre. Su única preocupación es proteger a su hijo y realizar tareas tradicionalmente femeninas como tender la ropa, hacer la comida, etc.

Además, mantiene una relación amorosa, creyendo que Rick había muerto, con el mejor amigo de éste y compañero de trabajo Shane Walsh. Así, durante los primeros capítulos se nos muestra como se desarrolla esta relación afectiva, con escena sexual incluida (en la que vemos a Lori en sujetador) y el papel de padre protector que adopta Shane con ella y con su hijo. Según mi interpretación, lo que se nos quiere decir es que una mujer con hijos al quedarse sola y debido a su fragilidad busca a un hombre a su lado para protegerla a ella y a su hijo. Prueba de esto es que una vez que descubre que Rick está vivo pasa a ignorar totalmente a Shane, ya que en realidad no tiene verdaderos sentimientos hacía él sino que lo único que busca en él es la seguridad que le puede aportar un hombre.

Luego, en el último capítulo un Shane despechado intenta violar a Lori. Esta escena de violación, que al final se queda en un intento, cumple con muchos de los tópicos del porqué de las agresiones sexuales y, en cierta medida, viene a justificar la actitud del hombre. De este modo, la escena es la siguiente: Lori se pasea con una camiseta larga y las piernas al aire buscando un libro en la estantería, entonces aparece Shane que después de beber gran cantidad de alcohol le pide que no le ignore y, tras una breve discusión, se avalanza sobre ella, Lori le dice que la deje y como Shane no le hace caso, le araña en la cara. Tras esto, Lori se va. Al día siguiente le preguntan a Shane de que es ese arañazo y éste no dice nada. Lori se va acostar con Rick y empieza a llorar pero tampoco le cuenta nada a su marido. Por tanto, aquí vemos como recae parte de la culpabilidad en Lori, que además de pasearse enseñando las piernas, había mantenido una relación anterior con Shane lo que, en cierto modo, viene a justificar la actitud de éste junto con que se encontraba borracho. Esto se nos confirma por el hecho de que Lori no le cuenta nada a su marido ni a nadie ya que sabe que en cierta parte es culpable por haber mantenido esa relación extramatrimonial, a pesar de que ella creía que Rick estaba muerto, y ésta actitud de Shane es, en cierta medida, un castigo por ello.

Shane, por tanto, adopta a lo largo de los primeros capítulos la posición de claro líder, con su inseparable pistola en la mano, compartiendo posteriormente esta posición con Rick. Lori obedece a ambos y solo una vez, en el primer capítulo, intenta imponer sus ideas. Así, dice que sería buena idea poner carteles en la carretera de Atlanta para advertir del peligro de llegar a esta ciudad, que está tomada por los zombies. Shane le dice que no irá a lo que ella le responde “sí, señor” y se va enfadada. Shane va detrás de ella y le dice que lo tiene que hacer por su hijo, que ya ha sufrido bastante, ella entra en razón y se besan.

Pues bien, este tipo de escenas en que los hombres son los héroes protectores y las mujeres se encargan de la familia y del sentimentalismo se repiten a lo largo de toda la serie.

El segundo papel femenino a analizar es el de Andrea. La vemos por primera vez en el segundo capítulo y se nos presenta como una chica dura que incluso llega a apuntar con una pistola en la cabeza a Rick la primera vez que lo ve. Sin embargo, luego Rick le explica como quitar el seguro del arma, ya que le había apuntando con el seguro puesto. Es decir, se nos presenta a la única mujer que tiene un arma en la película como una auténtica inútil que no sabe, ni siquiera, que para poder disparar hay que sacar el seguro.

Posteriormente en ese mismo capítulo y debido a que se encontraban encerrados en un centro comercial decide fijarse en las joyas que la rodeaban y coger una que le gustaba mientras los zombies estaban aporreando la cristalera del edificio para poder entrar. Esta escena, me ha parecido de una frivolidad absoluta, en la que se nos muestra a una mujer preocupada por su belleza y por las cosas materiales, a pesar de que se acabe el mundo y de estar rodeada de zombies. Pero, después decide regalarle esa joya a su hermana por su cumpleaños. No obstante, antes de que pueda dársela el campamento en el que se encuentran sufre un ataque zombie en el que su hermana, Amy, muere. Una vez muerta, permanece agarrada a ella hasta que se convierte en zombie para decirle cuanto la quiere y lo mucho que siente todo lo ocurrido antes de darle un tiro en la cabeza. Por lo tanto, se le atribuye al papel de Andrea un gran sentimentalismo, llegando incluso a arriesgar su vida esperando a que su hermana resucite como zombie para así expresarle sus sentimientos hacía ella.

Por otra parte, Andrea y Amy tejen una relación especial con Dale, el hombre más anciano del campamento. Se trata de una especie de relación padre-hijas. De este modo, Dale le manifiesta a ambas que son lo único que le preocupan y, en el último capítulo, convence a Andrea para que lo acampañe fuera del refugio que va a explotar, salvándole así la vida. Es decir, aquí el hombre, en este caso Dale y en el rol de padre, vuelve a interpretar el papel de hombre protector y necesario para la mujer.

Por su parte, Carol es una mujer casada y con una hija pequeña. Su marido Ed la maltrata. Así, estando las mujeres lavando en el río de le da una bofetada a Carol, el resto de mujeres le empiezan a gritar y viene Shane, que vio la escena, a pegarle un gran número de puñetazos y a amenazarlo de muerte si vuelve a tocar a su mujer. Aquí, volvemos a ver la actuación del hombre protector, en este caso Shane, en el rol de héroe o salvador que defiende y saca del maltrato a una mujer que sufre violencia machista. En mi opinión, quizás sin intención, se transmite una idea de que una mujer que sufre malos tratos no puede salir de ello sola porque no es lo suficientemente valiente, sino que necesita el apoyo y el empuje de un hombre que la venga a rescatar.

Jacky, por último, desempeña un papel secundario. Sin embargo, me gustaría destacar que es la única que al final se queda en el refugio, junto con el doctor, cuando explota porque se rinde y cree que no queda nada más en el mundo y que no merece la pena luchar. Es decir, se vuelve atribuir a la mujer la cualidad de cobarde.

También debo destacar que las mujeres de la serie aparecen, siempre desarrollando tareas tradicionalmente consideradas femeninas. Así, por ejemplo, aparecen planchando, tendiendo ropa, o lavando ropa en el lago todas juntas. La única actividad “masculina” que aparecen realizando es la de pescar, Andrea y Amy, las dos hermanas. Sin embargo, luego se nos explica que esto es gracias a las enseñanzas de su padre con el que aprendieron todo lo necesario para poder pescar.

Así, por ejemplo, Carol manifesta dos veces en el mismo capítulo que lo que más echa de menos es su lavadora. Esta, es un mensaje claramente sexista y retrogado, utilizado, asimismo, por una marca de lavadoras en un anuncio hace bastantes décadas en España, en el que se instaba a la mujer a que le pidiera a su marido que le comprara una lavadora que sería un buen regalo para ella.

Por todo lo expuesto, no solo no hay mujeres guerreras en esta serie sino que las que aparecen son relegadas a un segundo puesto con respecto a los hombres, desempeñando el papel de “mujer de”, “madre de”, “hija de”. Además se les atribuyen cualidades tales como sentimentalismo, dependencia o debilidad. También se explota su lado sexual, en el caso de Lori de forma clara y se les pone a desempeñar roles tradicionalmente femeninos, ridiculizándolas en el caso de que opten por alzar la voz o por hacer algo de hombres (como en el caso de Andrea que dispara con el arma con el seguro puesto).

Por tanto, en esta producción de zombies se ha dado un paso atrás, con respecto al papel de la mujer en el cine en los relatos de acción, obviándola totalmente para este papel y presentadonos una mujer mucho más cercana a la Bárbara de Gerge A. Romero que a la Bárbara de Tom Savini.

El lamentable papel atribuido por la mujer me parece especialmente peligroso al tratarse de una serie como esta que ha alcanzado en poco tiempo una gran fama mundial (ha sido estrenada en 120 países) convirtiéndose en un claro producto de la cultura popular y que, sin duda alguna, constituye un paso atrás para el movimiento feminista moderno a favor de la igualdad de sexos.

¿Son los zombies considerados personas?

Acerca de si los zombis son considerados o no personas en esta producción debo decir que no se nos da una respuesta clara sino que se nos muestra a lo largo de todo el relato dos posiciones contrapuestas.

Sin embargo, lo primero que debo decir, que los zombies no son tratados con la crueldad con la que se tratan al final de la película de Tom Savini en la que son humillados y utilizados para la diversión de los humanos, haciendo de esta manera una crítica voraz al capitalismo, según el texto de Barry Keith Grant. También hay que tener en cuenta que en ningún caso pretende ser un ralato tan crítico como el de Tom Savini sino que al final de la temporada el doctor que se encuentra en el centro de investigación explica a los protagonistas que a pesar de que intentaron hacer avances en buscar una cura para tratar a los humanos convertidos en zombies, estos últimos no son humanos ya que al morir una persona, el cerebro muere con ella y lo único que queda son una especie de actos reflejos. Así, lo que se considera la parte humana de una persona desaparece. Al margen de esto, que a mi me parece una especie de justificación al final de la temporada para reconfortar las conciencias de los personajes, restándole culpabilidad y aprobando su actuación, es decir, una especie de ratificación de que los protagonistas son los buenos y los zombies los malos, surgen dos posturas diferentes a la hora de abordar el tema a lo largo de toda la serie.

Por una parte están los personajes como Rick, que considera que los zombies deben de ser tratados con una cierta humanidad y deben de matarse únicamente en casos en los que sea necesario para garantizar la supervivencia.

Otro motivo al que se recurre para justificar la muerte de un zombie es acabar con su sufrimiento, si se trata de personas conocidas. De este modo, Rick mata a su compañero policía transformado en zombie, o Morgan mata a su mujer alegando el mismo motivo.

Esto se expresa también en el ritual seguido por Rick, antes de descuartizar a un zombie. Así, Rick traza el plan de hacer pedazos el cuerpo de un zombie muerte para restregarse con su carne, que se le quede pegado su olor y poder salir a la calle que está llena de zombies sin que sean descubiertos y, por tanto, comidos. Para ello, debe cortar un zombie en pedazos de carne. Pero antes de proceder a esta labor le saca la cartera, coge sus tarjetas y las lee en voz alta haciendo referencia a quién es, donde vivía, a que se dedicaba, etc. Es decir, dice unas palabras de recuerdo como si de un funeral se tratase. Este mismo ritual se repite cuando los zombies atacan el campamento y causan varias muertes. Se decide hacer dos montones, uno para quemar compuesto por los zombies muertos y otro para enterrar formado por por las personas del campamento matadas por zombies.

Por otra parte, están Daryl o Merle Dixon que matan a zombies considerándolos sucios infectados, incluso disfrutando de poder matarlos, y que, en ningún momento se plantean la posibilidad de que los zombies puedan seguir siendo personas.

Estas dos posturas enfrentadas se muestran con claridad en un diálogo del capítulo 4. La situación es que una persona del campamento, Jim, es mordido por un zombie y no saben qué hacer con él, si matarlo o intentar buscar una cura. El diálogo es el siguiente:

Daryl quiere matarlo (a Jim) de un tiro o un golpe en la cabeza

Shane: “¿Eso es lo que quisieras si fueras tú?”

Daryl : “Si, y te daría las gracias mientras lo hicieras”.

Rick: “Jim no es un monstruo, o un perro con rabia (…) Es un hombre enfermo. Si empezamos así, ¿dónde ponemos el límite?”

Daryl: “El límite está bastante claro. Tolerancia cero con los caminantes (zombies) o con los que están convirtiéndose”

Rick: “¿Y si podemos conseguirle ayuda? Nosotros no matamos a los vivos.”

Por tanto, aquí vemos claramente dos conceptos diferentes de cuando una persona deja de ser una persona y pasa a convertirse en zombies. Para Daryl se deja de ser persona en el mismo momento en que se recibe un mordisco de un zombie. Para Rick se deja de ser persona en el momento en que se muere. Un zombie, por tanto, no es una persona.

En resumen, si bien los zombies no son considerados estrictamente personas por ninguno de los personajes de la serie, confirmándose esta teoría al final con la explicación del doctor, si que podemos observar dos maneras muy diferentes de tratarlos (como una especie de monstruos o con una cierta compasión o sensibilidad). Además, se intentó en los laboratorios encontrar una cura para ellos y parece que queda abierta la posibilidad para que en las siguientes temporadas de la serie se pueda seguir por este camino, a pesar de que el doctor dice que él cree que no hay más laboratorios funcionando en el resto del mundo.

Como conclusión final debo decir que si bien la serie generó unas altas expectativas, a mi me decepcionó mucho el papel ofrecido por la mujer en ella. Quizás me esperaba un papel de la mujer más parecido al desempeñado por Kate en Perdidos, que si bien está constantemente involucrada en tramas amorosas, por lo menos participa activamente en las escenas de acción. Sin embargo, el planteamiento dualista en la forma de tratar los personajes si me parece acertado para generar el debate de qué podemos considerar personas y cuando se deja de serlo.

13 ene 2011

Snuff Movies: torturas, asesinatos y violación en el cine y en la red

Con esta entrada doy comienzo a la difusión de algunos de los trabajos realizados a lo largo del curso de Filosofía del Derecho que acaba de finalizar. Son sólo una pequeña y variada muestra del trabajo realizado.

TECLADO INVITADO: ANTÍA RODRIGUEZ RIVAS

La Filósofa italiana Michela Marzano en el libro “La muerte como espectáculo” hace un estudio sobre las imágenes violentas que circulan por internet, cuestionándose si esos miles de espectadores las visionan por considerarlas una fuente de información o por intriga ante la muerte en directo, si realmente debemos permitir su accesibilidad, pues ésta conduce a la indiferencia.

Trata el tema de las películas Snuff, a las que califica de clandestinas, de público restringido, por las que se pagan grandes cantidades de dinero y que recogen la humillación, el sufrimiento y la muerte reales. Podemos hablar de una evolución desde los rumores que comenzaron a circular sobre esas películas en los años setenta hasta la situación actual, y que la autora recoge en este ensayo, denunciando la indiferencia frente al sufrimiento de los demás, la cual es consecuencia de la vuelta al sacrificio humano.

Joseph Horman (sargento de la policía de Nueva York), en 1975 habló de la existencia de películas clandestinas en rollos de 8 mm. El New York Post y el Daily News trataban las investigaciones del FBI sobre esas cintas. En registros de la policía se encontraron películas que mostraban violaciones y muertes reales realizadas por asesinos en serie. Sin embargo su finalidad no era su difusión ni comercio, por lo que no se pueden considerar verdaderas Snuff. La industria cinematográfica empieza a tratar el tema en películas como Hardcore (1979), Videodrome (1982), Tesis (1996) y Asesinato en ocho milímetros (1999).

Comienzan a salir en internet vídeos de mala calidad que muestran malos tratos, violaciones y asesinatos reales, como los malos tratos y asesinatos a civiles del año 2000 en Chechenia, la ejecución de Sadam Husein (2006), etc. El problema es el espectáculo formado alrededor de esos vídeos, cuyo objetivo no es la información (como las imágenes tomadas por los reporteros) sino el entretenimiento, la diversión que causan a quienes las visionan.

Surge en Inglaterra en el año 2004 un nuevo fenómeno social llamado “happy slapping” (“felices bofetadas”), que consiste en agredir a una persona mientras otra filma con una cámara o un teléfono móvil, después se difunde en internet con el objetivo de que esa situación, que pretende humillar a la persona, sirva de entretenimiento.

Esto que expone la autora es la situación actual, se ha formado un espectáculo alrededor de estos vídeos, que causan admiración, divertimento (Marzano hace referencia a la similitud de esta “realidad horror” con el Circo Romano y las ejecuciones públicas de la Edad Media, que movían multitudes) o total y absoluta indiferencia. Hacia el final del libro, Michela concluye que “mirar la tortura o el asesinato de alguien en directo puede desestabilizar, repugnar, dejar indiferente, excitar, pero en ningún caso informar sobre la realidad”; se deben analizar los acontecimientos con imágenes explícitas pero no conducir a ese espectáculo, y tampoco es la censura la respuesta, sino hacer entender al público que esas imágenes no son información, lo que analizaré más tarde.

Las Snuff Movies son películas clasificadas, dirigidas a su comercialización ilegal, que muestran torturas y todo tipo de vejaciones y terminan con la muerte real de la víctima. Se las relaciona con ritos satánicos, redes pedófilas pero sobre todo, con millonarios que pagan por ellas grandes sumas de dinero. Es imposible encontrar verdaderos ejemplos de snuff movies por su distribución marginal. Se dice que la protagonista es a veces víctima de un secuestro, y otras veces, se trata de un film sadomasoquista en el que la actriz participa de forma voluntaria, sin saber que terminará siendo asesinada. Respecto a los lugares donde son supuestamente filmadas algunos opinan que en selvas sudamericanas, playas tailandesas, en la residencia de algún rico empresario, en El Paso en la frontera entre México y EEUU… Se sigue discutiendo su existencia, habiendo quienes sostienen que son un invento para sacar dinero. Sea como sea, en 1980 Al Goldstein (director de la revista Screw) ofreció 250.000 dólares y hace unos años, Frank Henenlautter (director de cine hardcore) un millón, a quien le mostrara una verdadera snuff y nadie se presentó.

Se aviva la creencia en ellas por hechos diferentes, como que la policía italiana desmanteló una banda en Moscú que torturaba niños y luego vendía las imágenes; The Times, en el 1990 publicó que tras una investigación policial había evidencias de asesinatos de inmigrantes mexicanos para películas snuff. Entre los antecedentes de las snuff, está una cinta del año 74 exhibida en algunos cines de Nueva York, con el título “Snuff” de la cual se decía que tenía escenas reales de un crimen. Para promocionarla se utilizó la frase “filmada en Sudamérica, donde la vida es barata”. Es a partir de aquí cuando surge el interés y la morbosidad por este tipo de películas.

Del asesino en serie David Berkowitz se dijo que filmó el asesinato de Stacy Moskowitz en Brooklin, en el año 77, para vender la cinta a un empresario aficionado al porno. Hay montones de casos más, declarados falsos por el FBI y otras Agencias de Policía. Sea como sea, me remito a lo dicho por Joel Schumacher (que también recoge Marzano en su libro), “no solamente quisiéramos no ver nunca películas de este tipo, sino que, en lo más profundo de nosotros mismos, rezamos para que no existan realmente…”, y el director de Hardcore, Paul Schrader “…es posible que existan, pero existan o no es menos importante que la creencia de la gente en su existencia; es la voluntad de creer en una fantasía maligna. Eso hace al mito interesante”; por ello han despertado el interés de la gente, y muchas series de televisión, cómics manga y películas versan sobre el tema, como las siguientes:

- “El Fotógrafo del Pánico” (1959) de Michael Powel, sirve de precedente a las demás (y según alguno, a las reales), en ella un psicópata consigue captar el rostro de sus víctimas (mujeres muy bellas) en el momento en que están muriendo.

- “Hardcore” (1979) de Paul Schrader, trata de la búsqueda de un padre a su hija desaparecida, a la que al final logra rescatar del mundo del porno en el que voluntariamente había entrado, y llevarla a casa, no sin antes presenciar una snuff movie en la que mueren 2 personas (no es muy agresiva, a diferencia de las que aparecen en películas posteriores, pues no hay tortura).

- “Videodrome” (1982) de David Cronenberg, en ella, el protagonista descubre que además de pornografía sadomasoquista, una cadena de televisión por cable emitía películas snuff.

- “Tesis” (1996) de Alejandro Amenábar, recoge la situación que Ángela (Ana Torrent) descubre al buscar información para su tesis sobre la violencia en el medio audiovisual; su director de tesis muere tras visionar un film, que resultó ser una snuff film en la que asesinaban y torturaban adolescentes, estando involucrados un profesor y un alumno (un poco psicópata).

- “Asesinato en ocho milímetros” (1999) de Joel Schumacher; el protagonista es un detective privado (Nicolas Cage), que investiga una película encontrada en la caja fuerte de un millonario fallecido, en la que torturaban y finalmente mataban a una jóven; al final del film se descubre que había sido encargada por el fallecido, a cambio de una gran cantidad de dinero.

- “La Cámara Secreta” (2002) de Marc Evans; el film empieza con un anuncio en internet que busca participantes para un Gran Hermano que se trasmitirá por internet, pero los seleccionados terminan descubriendo que realmente se trata de una snuff movie, en la que ellos serán las víctimas.

à “A serbian film” (2010), de Srdjan Spasojevic y la censura.

El protagonista es Milosh, que ha sido una figura muy importante del porno serbio, atraviesa una mala situación económica, teniendo que participar en películas (porno) de escasa importancia para conseguir dinero. Está casado y tiene un hijo pequeño. Una antigua compañera de trabajo lo pone en contacto con Vukmir, quien quiere contratarlo para una película porno a la que define de experimental y artística, sin darle más referencias. Milosh termina aceptando la oferta, y comienza un rodaje un tanto particular, que aviva la desconfianza del protagonista (pues no quiere realizar ningún tipo de tortura y mucho menos trabajar con menores). Cuando decide poner fin a su participación en el film (pues no cambia su decisión pese a su conversación con Vukmir, quien le muestra una cinta de un coito con un recién nacido, a la que define como “un género nuevo”), es drogado con afrodisíaco para ganado, y termina realizando las depravadas órdenes de Vukmir (torturas, violaciones, asesinatos, pedofilia, etc).

Se trata de una película polémica, sobre todo por las imágenes de incesto y pederastia; se ha convertido en un símbolo de la libertad de expresión, y por ello recibió el Premio Especial del Público en la “XXI Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián” (donde no pudo proyectarse por poder incurrir en un supuesto delito contra la libertad sexual).

Sin embargo no entiendo esta censura, pues como dice Nacho Vigalondo “la representación de un delito jamás puede ser equiparable al delito en sí mismo”. Es una película dura, provocadora, con escenas que impactan, pero no deja de ser ficción. Además nos transmite una sensación de repugnancia no sólo por las imágenes desagradables, también por el hecho de que las realiza una persona a la que también le resultan depravadas, pero las realiza por estar bajo el influjo de las drogas. Esto permite al espectador reflexionar sobre cuestiones como la pederastia, la tortura y las violaciones, que son una realidad hoy en día, desde luego el film no deja indiferente a nadie (también muestra coitos con cadáveres).

En muchos foros se comenta que las prohibiciones de las que está siendo objeto el film son una muestra de intolerancia, una vulneración del derecho a la libre expresión, etc, y en realidad considero que es así, pues quizás el problema sea no los temas que trata, sino que es demasiado explícita, pero no por ello debe ser censurada, se debe dar la opción a una persona adulta de verla o no, y extraer sus propias conclusiones.

El fenómeno de la censura surge en el primer tercio del siglo XX, cuando distintas asociaciones vecinales y religiosas comenzaron a realizar protestas sobre los contenidos de las películas, considerando que causaban un influjo negativo en los jóvenes, siendo respaldados por la ciudadanía, lo que obligó a retirar del mercado cinematográfico todo el material considerado ofensivo. Este fenómeno afectó durante años a los proyectos de las cinematográficas, entre ellas las europeas, a las que se incentivó con ayudas económicas para realizar un control de los contenidos. Pero generalmente la censura se realiza a la película ya producida, prohibiendo su difusión, o en muchos casos eliminando escenas que no podían verse en un determinado país, por su contenido moral, político o religioso (en nuestro caso, la censura franquista).

En su ensayo, la filósofa Michela Marzano, al tratar el tema de los vídeos con violencia y asesinatos reales que circulan por internet, concluye que la censura no es la solución (postura que comparto), que hay que concienciar a la gente, pues visionar íntegramente esos vídeos no supone estar informados, pues si en este caso la censura no es viable, menos aún en una escenificación. No hay nada de malo en ver una película que lo que hace es mostrarse crítica respecto a esas acciones (y esa finalidad crítica persigue su director), lo malo es ver vídeos reales cuya finalidad es precisamente incentivar las conductas que recogen y aún por encima muestran sin filtro alguno el sufrimiento o humillación reales de las personas, e incluso la privación de la vida. La censura sólo provoca mayor interés, le da mayor importancia y publicidad a la película (o vídeo), y la censura no ha impedido la difusión del film por internet.

El problema de este tipo de películas, no es el mensaje que pretenden transmitir, no son los hechos que recogen en sí (pederastia, incesto, violaciones, torturas…), pues son temas reales pero escenificados, el problema son las imágenes explícitas, pero su visualización debería quedar a decisión de los espectadores potenciales, al igual que en el resto de películas, no se puede “hacer callar” a los directores.

20 dic 2010

Debate sobre el uso de la historia y la memoria

TECLADO INVITADO: JUAN ANTONIO GARCIA AMADO

Saludos a todos. Soy Juan Antonio García Amado y agradezco a Pablo Bonorino por haber colocado en su blog, para el trabajo con los estudiantes, unos fragmentos seleccionados de mi texto sobre la llamada Ley de Memoria Histórica. Y, cómo no, también agradezco mucho a los estudiantes la lectura y los comentarios que han hecho aquí.

No puedo embarcarme en respuestas prolijas ni en diálogos particulares, aunque la mayor parte de las intervenciones merecerían atención muy detallada. Así que haré unas consideraciones generales, al hilo de lo que mantienen unos u otros y que me llama más la atención o puede dar lugar a más jugosas polémicas. Disculpen también que no vaya nombrando a los diversos y muy atentos interlocutores.

1. Las consideraciones que en mi texto hago sobre el papel que han jugado los nacionalismos llamados periféricos (existe también un nacionalismo español, de ahí que haya que poner adjetivos) pretenden ser descriptivas más que valorativas. Esa descripción de lo acontecido envuelve, inevitablemente, interpretación de los hechos. Uno y otro, descripción e interpretación de los hechos históricos de los que estamos hablando, puede ser acertado o no, sobre eso cabe discutir mucho. En cambio, otras valoraciones puramente políticas o de partido me interesan aquí bastante menos.

Por ejemplo, me interesa poco entrar a debatir si los nacionalismos son malos o buenos. Puedo darles mi opinión particular, pero no es más que eso, una opinión particular más. Es la siguiente: me interesan muy poco esas discusiones entre nacionalistas españolistas y nacionalistas gallegos, vascos, catalanes, asturianos -yo soy asturiano-, etc. Fueron un buen divertimento mientras éramos ricos y un buen pretexto para disputarnos a mordiscos las tajadas, cuando todavía quedaban tajadas que repartir. Ahora, que vamos de nuevo para pobres y que se nos acabó la fiesta ésa en la que se podía ser al mismo tiempo muy progre, muy nacionalista del centro o de la periferia y, al tiempo, pegarse la gran vida a costa del erario público y gastar el dinero común en pendejadas sin cuento, ahora empezará a sonar absurdo andar discutiendo lo que hasta hace cuatro días nos apasionaba. Los temas del debate político en nuestro Estado empezarán a ser otros; ya han empezado en realidad. Cuando vamos camino de los cinco millones de parados y mucha gente ya no tiene para comer, empieza a haber cuestiones serias y urgentes de verdad y se tiene que acabar el tiempo y el dinero para dar gusto a burguesitos ociosos y quejosos y de acá o de allá. El problema ya no serán ni los idiomas ni las banderas, sino qué comemos y dónde trabajamos. Cuando retorne la riqueza, volveremos a divertirnos jugando a las patrias -a las patrias españolas, vascas, asturianas...-

Es más que probable que de esta crisis económica salgamos, si salimos, con una pérdida notable de soberanía, controlados, administrados, organizados por la UE y más dependientes que nunca de Europa y de diversos organismos internacionales, además de mucho más pobres de lo que hemos sido en las últimas décadas. Así las cosas, andar riñendo en el hueco de la escalara sobre si la del sexto tiende la ropa muy mojada o el del tercero cierra muy fuerte el portal es entre ridículo y cutre. Y, con todos los respetos, a mí casi todo el debate que hemos tenido aquí hasta ahora entre los que quieren autodeterminarse muchísimo y los que temen que España se rompa me parece eso, una pelea de patio de vecinos ceporros y cutres.

Ha recomenzado la emigración española. De lo de emigrar fuera saben mucho los gallegos; también los asturianos. Más de cien mil españoles han hecho las maletas este año y se han ido de aquí por falta de trabajo y salidas, sobre todo a Latinoamérica. La mayor parte son profesionales cualificados y personas con carreras técnicas. Yo mismo tengo un hijo de 28 años que ha pasado los últimos siete años fuera de España y no piensa volver (ni tendría a qué, seguramente). Es ingeniero informático, trabajó en el CERN en Ginebra y ahora lo hace en un laboratorio de California, en Berkeley. Cuando él y yo nos encontramos, un par de veces al año, nos hablamos en asturiano (bable), que era la lengua de mis padres y de mi aldea. Eso tiene para nosotros una carga afectiva hermosa. Pero, obviamente, a mi hijo la autodeterminación de Asturias o que España sea más soberana o menos frente a la UE le importa tanto como quién gane la liga ucraniana de fútbol: nada. Se pasa casi todo el año hablando inglés en su trabajo y en los países donde vive, sabe que es probable que cambie de país y de empresa todavía unas cuantas veces en su vida y no encuentra ningún aliciente en estos debates sobre si hace pis más largo un asturianista o un españolista, o Zapatero y Rajoy, etc., etc. Apelo a la anécdota personal con propósito de ilustrar mi tesis general: que ya va siendo hora de que salgamos del cascarón triste de nuestras disputas parroquiales y paticortas. España, Europa y el mundo se están poniendo en una situación tan complicada y decisiva, que debemos pensar en las cosas realmente determinantes y no en clave de política corta de miras y llevada como se lleva el fanatismo por este o aquel equipo de fútbol. Al menos entre universitarios que, como corresponde teóricamente a su condición, sean capaces de ver más allá de la punta de su propia nariz.

2. Con lo anterior ya dejo pista suficiente para responder a la pregunta de si los nacionalismos me preocupan o si considero que la autodeterminación de tal o cual territorio sería un gran problema. No me preocupan, aunque me da un poco de pena ver a la gente concentrando en eso su lucha y su esfuerzo, con lo que queda en el mundo por hacer y por arreglar para los que se sientan y se quieran progresistas y partidarios de la justicia social. Los nacionalismos son el caldo de cultivo perfecto para una nueva casta de burgueses que se buscan así el cocido y es status y que vuelven a hablar del pueblo y en nombre del pueblo como si de él algo supieran. Todos los nacionalismos, incluido el españolista. Los otros, los periféricos, son su mera imitación. Yo fui niño todavía bajo Franco. Los discursos de entonces sobre almas de la nación, espíritus del pueblo, glorias de los antepasados y venerables tradiciones de la tierra los vuelvo a escuchar ahora en otras bocas. Allá cada cual. Yo no creo ni en dioses ni en patrias ni en comunidades de ningún tipo como organismos vivos.

Dicho todo esto, escrito tengo en otras partes que deberían convocarse referendos de autodeterminación allí donde exista una cierta demanda. Completamente en serio y con compromisos muy serios. Si sale que sí, adelante; si sale que no, veinte años sin volver a dar la lata con los llantos y las posturitas. Me siento tan hermano de los holandeses como de los castellanos o los murcianos o hasta los asturianos, puedo apreciar tanto a un andaluz como a un boliviano, etc., etc.; si mañana Galicia fuera un Estado soberano, creo que no perdería por eso ninguno de mis buenos amigos gallegos. Las fronteras son mentales y el progreso consiste en suprimirlas, en suprimir esas fronteras que te hacen pensar que es mejor una persona, o más herman, por ser de Lalín que por ser de Sebastopol. De todos modos, comprendo también que hay gente a la que no le gusta viajar y que prefiere comer toda su vida el cocido tradicional de su pueblo (o la paella como plato nacional español, da igual, tanto monta). Ha de haber de todo.

3. Para convocar esos referendos que deberían hacerse, habría que reformar la Constitución, eso es obvio. Pues que se reforme, hay procedimientos para ello. Con lo que no estoy de acuerdo es con el argumento de que en esta Constitución, tal como es y está, para bien y para mal, cabe o ha de caber todo. No cabe, por ejemplo, la pena de muerte, pues la prohíbe. Tampoco cabe un Estado confederal declarado o la secesión de un territorio, pues también los prohíbe, aunque sea con otras palabras. Una Constitución, cualquiera, no es un documento que sirve para dar pretexto a cualquiera para hacer lo que le dé la gana, sino una norma jurídica que fija las reglas del juego común en un Estado. Esas reglas pueden gustar o no, ése es otro asunto. Si no gustan, se lucha para cambiarlas, pero es pueril ver a todo zurrigurri gritando que la Constitución le da la razón a él y que cómo no va a dársela si la tiene.

El argumento de que si miles de personas quieren algo deben ser atendidas es peligroso y nada convincente. Si se les pregunta, tres cuartas partes de los españoles -centrales y periféricos- quieren la pena de muerte, la castración -quirúrgica- de los delincuentes sexuales, la expulsión de los inmigrantes que no sean futbolistas, la guerra sucia contra el terrorismo, etc., etc. Así que eso de que haya que dar la razón a cualquier grupo, incluso mayoritario en un territorio, nada más que porque ese grupo grite, conviene pensarlo más despacito.

4. No es verdad que se haya silenciado lo ocurrido con el franquismo y sus víctimas. En absoluto. Se han realizado investigaciones sumamente completas, hay cientos y miles de libros muy documentados y completos. Los historiadores no han callado. Si la gente no tiene “memoria histórica” es porque no lee. No ha existido ninguna prohibición de investigar y publicar, y así se ha hecho. Otra cosa es que la reparación a las víctimas se haya hecho muy lentamente, con cuentagotas y de manera mezquina muchas veces. Pero cada cosa es cada cosa. La llamada Ley de Memoria Histórica podría haber sido mucho más generosa. Si no lo fue, se deberá a que sus autores y redactores no han querido que lo fuera. Que cada palo aguante su vela. Pero se han echado muchas cortinas de humo para ocultar que el PSOE no dio la cara en esto como debía. Una de las más claras sucedió con el “caso” Garzón: acabó pareciendo que la víctima era Garzón. Y no lo era, en absoluto. Las víctimas fueron otras, pero dejó de hablarse de ellas y de sus herederos que reclaman su memoria para pasar a hablar de Garzón nada más. Y como ese caso, tantos otros. Las víctimas del franquismo sólo han servido para que los partidos las utilizaran estos últimos años, como juguetes. Pregúntese a cualquier asociación de víctimas lo que piensan de la ley y de esa manipulación. Ellos sí saben de lo que hay que hablar y lo que significó la Ley, no los periódicos de este o el otro partido.

5. Allá por noviembre del año 2002, si no recuerdo mal ahora, en tiempos de gobierno de Aznar, además, la Comisión Constitucional del Congreso de los Diputados aprobó, por unanimidad, una declaración formal de condena al franquismo y de proclamación de la ilegitimidad e injusticia de la dictadura. Por unanimidad. Es uno de los puntos de arranque de lo que llegará a ser la Ley de Memoria Histórica. Pero, luego, la unanimidad se rompe cuando los partidos, de un lado y de otro, deciden politizar el tema y buscar desacuerdos que presten votos.

A estas alturas, cuando han pasado setenta años desde el fin de la guerra civil y treinta y cinco desde el fin del franquismo, las únicas reparaciones reales que cabían para las víctimas eran las simbólicas. Es casi imposible que pudiera juzgarse a algún autor de crímenes del franquismo o, incluso, del otro bando, como algunos dicen. No queda ninguno vivo o en edad para responder, si hablamos en serio. Y no estoy mencionando el problema jurídico que supone la Ley de Amnistía del 78. Pero al hacer que se discutiera sobre si se debía procesar penalmente a alguien y con toda la “movida” mediática en torno a Garzón y sus patochadas jurídicas, se estaba ocultando que la Ley de Memoria Histórica no dio dos prestaciones fundamentales, reclamadas por encima de todo por las asociaciones por la memoria histórica: la anulación jurídica plena -no la simple declaración de injusticia, como hace la Ley- de los juicios de ciertos tribunales franquistas, como el de Represión de la Masonería y el Comunismo, el TOP y otros, y el pleno compromiso del Estado con la exhumación de los restos enterrados en fosas comunes. Esto último lo ha hecho, por ejemplo, la ley catalana en la materia, pero no la ley del Estado de la que estamos hablando.

No se ha hecho lo esencial que se reclamaba -y que reclamaba la justicia-, pero hemos vuelto a embarcarnos en las más tontas polémicas entre izquierdas y derechas; no entre doctrinas políticas serias y consistentes, sino entre eslóganes para consumo de masas iletradas.

6. Permítanme que termine copiando un pequeño artículo mío, publicado hace tres o cuatro semanas en El Mundo de León, donde tengo cada jueves una pequeña columna. Esta vez se titulaba “Esos muertos también son nuestros”. Dice así:

Es un goteo continuo, van apareciendo mes a mes, día a día. Hemos caminado durante muchos años sobre cadáveres sin nombre, sobre fosas comunes. Aquí mismo, en Matallana de Valmadrigal, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica acaba de desenterrar los restos de ocho ferroviarios asesinados en el otoño de 1936. Ahora se investiga su identidad o se espera que algún familiar los reclame, les dé un nombre y les traiga un recuerdo amable y desolado.

Esos muertos son de sus familias, sí, y de los que compartieron su causa. Pero también son nuestros, de todos, de los que hemos reconstruido una nación sin recordarlos. Necesitamos recuperar nuestros muertos. Cómo, después de tanto tiempo, hemos podido regresar a las viejas disputas, a la dialéctica cainita, al pesaje a tanto alzado de los sacrificados y al y tú más y los tuyos peor. Quién y con qué intereses nos envenena el más elemental sentido de la ecuanimidad para que no les hagamos ni una justicia mínima a los que no tuvieron ninguna, a los que no han dejado descansar en paz. A quién ha de molestarle todavía que se abran esas tumbas infames para poner nombre a los huesos, para rezar por los fusilados, sean quienes sean y de donde sean, y hasta, si alguien quiere, por el dudoso descanso de los que apretaron el gatillo o bendijeron esas venganzas de amanecida. A quién le queda odio o mezquindad bastante para regatear, aún, justicia y misericordia, para escatimar hasta los símbolos, a estas alturas, para no recibir con los brazos abiertos a esas víctimas en este país en el que, se supone, ya cabemos todos sin necesidad de matarnos.

Qué mentes impías hicieron renacer los enconos al hilo de una ley de memoria histórica que, a la hora de la verdad, acabó siendo cicatera, generosa en palabras y avara de ayudas, que otra vez abandonó a su suerte a los vilmente ejecutados y a quienes los buscan nada más que para honrar su memoria y lavar su honor. Quién volvió a señalar amigos y enemigos, quién quiso que desempolváramos las afrentas, qué tajada buscó el que, de nuevo, prefirió el odio antes que la memoria. Quién y por qué nos escamotea esos muertos, que son de todos, si es que algo nos queda de compasión y de decencia.

12 dic 2010

Historia, memoria y constitución

TECLADOS INVITADOS: J.F. OJEA RODRIGUEZ y S. PAZ GARCÍA.

En esta entrada se presentan los contenidos fundamentales del texto:

García Amado, Juan Antonio, “Usos de la historia y legitimidad constitucional”, en José Antonio Martín Pallín y Rafael Escudero Alday (eds.), Derecho y memoria histórica, Madrid: Trotta, pp. 47-72.

El objetivo es abrir el debate sobre la posición que sostiene el autor.


1. Historia, legitimidad y eficacia de las constituciones

La legitimidad de una Constitución se debe considerar desde un doble punto de vista: el objetivo o teórico (que varía según doctrina a la que atendamos y época en que nos movamos) y el de la creencia social sustentado en dos elementos esenciales:
1. Contenidos fundamentales de orden social sean justos.
2. La visión de estado como parte de un proyecto común.
De estos elementos surge la creación del concepto de “Nosotros” que tiene distintos sustentos (lengua, cultura común, etc.) entre los que debemos destacar el de una historia común.
No obstante el autor se cuestiona porque continuar siendo un estado-nación y porque seguir viviendo juntos y bajo una Constitución unificadora en este estado llamado España y recoge tres teorías o visiones:

•La cosmopolita: Sería la visión que se podría asociar con Unión Europea. En esta la Constitución Española es lo mas conveniente hasta que no se llega a la consolidación plena de estructuras supraestatales.

•Nacionalista: Sería la visión de España que considera que la Constitución Española es lo que mejor cuadra para la nación española sustentándose en la idea de que es mucho mas lo que nos une que lo que nos separa.

• Nacionalistas periféricos: Sería la visión del País Vasco, Cataluña y Galicia. Los cuales abogan por la sustitución de la Constitución actual, ya que, el estado español debe dejar paso a las demás naciones que conviven bajo el.
Los cosmopolitas y nacionalistas defienden la actual Constitución mientras que los nacionalistas periféricos buscan su sustitución.
Para intentar dar solución a esta pugna la historia juega un papel fundamental pero hay que tener en cuenta que la historia se recorta y selecciona.

2. Las etiquetas y dilemas de la izquierda

Para que una Constitución sea eficaz se debe creer en su legitimidad.
La legitimación en el franquismo se basa en una legitimación religiosa católica junto con una exaltación de España como una Nación única y unitaria.
El autor se pregunta cuales son las convicciones esenciales que deben legitimar la Constitución española y refleja el pensamiento de las distintas ideologías políticas sobre ello:

•La derecha: Siempre con ciertas reticencias a las autonomías y al bilingüismo, concibe la historia de España como la de la única nación verdadera y posible.
•Nacionalismo periférico: Se basan en historia para exaltar pugna histórica con España.
•Izquierda: Incapacidad para salir del laberinto ideológico en el que quedaron atrapados desde la transición. Ceden la defensa de la unidad de España a la derecha (reminiscencia del franquismo). Por lo tanto se refugian para legitimar este sistema en la justicia de este modelo constitucional respetuoso de la dignidad y los derechos de cada ciudadano democrático y con indudables contenidos sociales.
La Constitución se ve privada de su legitimación se ve modificad por Estatutos de Autonomía, surgiendo un conflicto de difícil solución.

3) La transición y el problema de la legitimidad histórica de la Constitución española.

La ley de Memoria Histórica supone el intento de la izquierda de retomar la historia de España como legitimación del vigente orden constitucional, por una vía distinta de la derecha y de su uso de la historia a tales propósitos.
La ley de Memoria Histórica tiene un propósito encubierto, “renovar los fundamentos históricos legitimadores del orden constitucional presente”, entroncar la constitución actual con la de la II República.
Se hace esto para hacer frente a la fragmentación que se estaba fraguando entre la historia de España y las otras historias “nacionales”, se intenta una nueva historia común a base de dejar atrás la transición y de ligar la legitimidad constitucional con la II República.

4) Derechos de la ley.

-Propósito rehabilitador de las víctimas del franquismo y reconocimiento de injusticias.
-Muchos derechos ya existentes para las víctimas van a ser ampliados.
-Se incorporan algunos derechos nuevos:

•Adquisición de la nacionalidad española de origen por nietos de quienes perdieron su nacionalidad española o tuvieron que renunciar a ella como consecuencia del exilio.
•Posibilidad de adquirir la nacionalidad española a los voluntarios integrantes de las Brigadas Internacionales.

-La ley tiene un uso más político que estrictamente jurídico.

12 mar 2010

Nazismo y Holocausto en el cine

El teclado invitado de hoy es Angel Rodríguez Escribano, alumno que obtuvo una matricula de honor el pasado cuatrimestre en la asignatura Historia y Teoria de los Derechos Humanos.



I. PRESENTACIÓN

Cuando el Profesor Dr. D. Pablo Raúl Bonorino nos encargó, como última tarea del Curso de Derechos Humanos, la elaboración de un breve estudio sobre la Visión que han mostrado el mundo del Cine sobre el Nazismo y el Holocausto, pensé en preparar un ambicioso trabajo en el que reuniría las mejores críticas y observaciones sobre el tema. Sin embargo, ante la dificultad de escribir algo original y “fresco” sobre un tema tan trillado y recurrente decidí intentar escribir algo mínimamente original, o cuando menos, algo “propio”. Por este motivo he prescindido de consultar mucha bibliografía y el trabajo que ofrezco a consideración del Profesor es un escrito sencillo y no un importante estudio fruto de una investigación erudita.

El presente trabajo abarca todas las películas que han sido proyectadas en el marco del Curso de Derechos Humanos si bien he considerado de interés añadir algunas referencias cinematográficas más de películas que tocan esta misma temática, para así dar al trabajo una mayor perspectiva de conjunto y profundidad.

II. EL EXPERIMENTO.

“El experimento” es una película alemana del año 2001 que se inspira en el famoso experimento celebrado por Philip Zimbardo en la prisión simulada de Standford en 1971.

En esta película la acción se sitúa en el tiempo presente si bien hay alguna referencia al nazismo. En concreto hay un momento en el que el líder de los guardas de seguridad, Berus, es acusado de ser “nazi”. El insulto “nazi” es casi el peor que se le puede imputar a una persona que ejerce una autoridad ya que remite a la idea de un poder arbitrario, cruel y absolutamente inhumano. En la actualidad se asimila el término “nazi” a un insulto grave y cuando se califica así a una persona se puede considerar una injuria grave, tal es la imagen del nazismo que ha quedado para la posteridad.

También podemos especular con el hecho de que el Doctor Klaus, el científico eminente que dirige todo el experimento, es una especie de trasunto, salvando las distancias, del Doctor Menguele del nazismo, pues ambos comparten un interés “malsano” por la ciencia sin importarles el medio utilizado para llevar a buen término sus investigaciones.

III. LA OLA.

“La ola” como vimos en su momento se trata de un filme germano de 2008 que actualiza, situándolo en la actualidad, el experimento llevado a cabo por un Profesor norteamericano que se propuso en 1967 mostrarles a sus alumnos que sí era posible el regreso de un régimen autoritario como el nazi y además que fuese aceptado de buen grado.

El Profesor que toma la iniciativa del experimento en esta película trata de enseñarles a sus alumnos que lo que sucedió en Alemania no es una película en blanco y negro ya superada, sino que podría volver a pasar. Los jóvenes estudiantes contemplan el nazismo como una historia que aparece en los libros de texto (estamos en 2008 en la película y el III Reich capitula en 1945) y la labor del Profesor es demostrarles que ciertos conceptos del autoritarismo siguen muy vivos y pueden reeditarse y reaparecer renovados bajo otro nombre.

“La Ola” es una película cuyo mensaje trascendente podría ser interpretado así: el nazismo fue algo que sucedió, y si no aprendemos la lección que nos da la Historia, estamos condenados a repetirla, incluso pese a estar plenamente convencidos de que eso no puede suceder.

Este argumento que se plasma en la película y el surgimiento del movimiento juvenil “La Ola” que el Profesor tiene que terminar cancelando de forma traumática, pueden parecer hechos extraordinariamente difíciles de suceder e improbables. Pero hace unos años vimos cómo la ultraderecha resurgía con fuerza en Austria reunida bajo la persona del político Jorg Haider, un personaje de clara vocación totalitaria próximo al nazismo. En aquel momento mucha gente se llevó las manos a la cabeza, pero lo cierto es que no fue Haider quien logró su posición de poder e influencia mediante las armas, sino mediante la palabra; y fueron los ciudadanos austríacos quienes le dieron ese protagonismo político con su voto.

Desde luego que no sería fácil el resurgimiento de un nuevo nazismo pero no debemos ser tan ingenuos como para pensar que el nazismo volvería bajo la misma forma y con los mismos símbolos. El nuevo nazismo se ocultará, desde luego, bajo formas democráticas y usará el sistema político vigente de la misma forma que un insecto que realiza la metamorfosis y termina convirtiéndose en otra forma de vida distinta.

La enseñanza de “La Ola” está ahí y como siempre el nazismo se utiliza como espejo del enemigo perfecto. Si hubiera que elegir un malo malísimo, alguien tan malvado que no admitiera una maldad superior, no buscaríamos a Darth Vader o Pier Nodoyuna, sino a Hitler, Goebbels o Himmler. La amenaza real no es que regrese el nazismo; sino que regrese cualquier forma de gobierno autoritaria, tenga la forma que tenga, que derogue derechos de los ciudadanos y gobierne según el dictado de una minoría poderosa o de una personalidad carismática. Desde este punto de vista, tan posible sería el regreso de un nuevo nazismo como el de un nuevo comunismo totalitario o incluso una dictadura caudillista como la española.

IV. LA ZONA GRIS.

“La zona gris” es un doloroso espectáculo fílmico que trata de recrear en el celuloide el Holocausto en sus detalles más horrorosos: el proceso de gaseamiento y el de incineración de los cuerpos en los inmensos hornos crematorios de las instalaciones en los campos de concentración y exterminio de Auschwitz – Birkenau.

En esta película se relata la rebelión de un Sonderkommando y se mezcla la historia principal con una pequeña trama de una chica joven que es rescatada aún con vida de la cámara de gas. Esa chica logrará unir a todos los presos, que intentarán protegerla y salvar su vida por encima de todo. La última escena de la película, cuando la chica es asesinada de un disparo por el jefe militar nazi del campo, me hizo recordar aquella terrible frase de la superviviente de Auschwitz, Libusa Breden: “No había Dios en Auschwitz. Las condiciones eran tan terribles que Dios decidió no ir”.

El final de la película es una definición perfecta del nazismo: el nazismo no tiene base ideológica. Consiste en la permanencia en el poder por la fuerza de una serie de sujetos que se dedican de forma corrupta a hacer su voluntad por los medios que sea, y no hay honor, no hay ética ni humanidad. Todo el esfuerzo de los reclusos para salvar la vida de la pobre chica termina en el asesinato de la misma. No hay salida. Todos mueren. Si hubiera un Dios, si hubiera otra vida junto a ese Dios, aún podría merecer la pena tanto sufrimiento. Pero como no existe ni Dios ni existe un mundo mejor, los nazis le robaron a los prisioneros lo más valioso que tenían: su vida. Libusa Breden tenía razon: Dios no estaba allí para poner a salvo a la chica. Y si Dios existiera, entonces estaría consintiendo todo aquello. Por ello algunos judíos creían que el Holocausto podía ser un castigo de Dios.

En la película los hombres del Sonderkommando buscan la forma de sobrevivir participando en el Holocausto como colaboradores de los nazis pero en unas circunstancias tales que sin dicha colaboración, habrían muerto mucho antes. Se ven obligados a colaborar y se ven obligados a continuar haciéndolo si quieren seguir con vida. Con el tiempo planifican una revuelta pero ésta se les sale de las manos y todo termina saliendo mal aunque con actos heroicos por parte de muchos de ellos, los nazis terminan sufriendo un buen contratiempo.

Lo primero que uno puede preguntarse ante tal horror es si realmente era necesario filmar una película tan horrorosamente realista. La respuesta tiene que ser positiva con matices. Está claro, de un lado, que una película como ésta no puede aspirar a ser muy popular porque las personas que van al cine no desean ver horrores como éste y mucho menos en un fin de semana. El principal problema de este cine es su rentabilidad. Y aquí nos encontramos con el primer escollo que debemos comentar: la crítica que algunas personas hacen, alegando que si se filman este tipo de películas es porque “el lobby judío”, o cierta élite judía poderosa, influye en la industria del cine para que estas películas se hagan.

Sabemos que el III Reich se empleó a fondo en difamar al pueblo judío todo lo posible, llegando incluso a crear un Ministerio de Propaganda, dirigido por el cruel discípulo de Hitler, Joseph Goebbels. Desde esa privilegiada tribuna, el Gobierno nazi difundió todo tipo de falsedades, infundios, y mentiras sobre el pueblo judío, que venían a abonar el ya tradicional antisemitismo de la población alemana.

La mentira más importante, la falacia más insostenible, es precisamente ésta: el pueblo judío es tan poderoso que influye en la industria del cine para que se recuerde el Holocausto. Si aceptamos esta afirmación en su plenitud, deberíamos cuestionar entonces por qué el pueblo judío, siendo tan inmensamente poderoso, no fue capaz de persuadir a los nazis para liberar a los judíos de Auschwitz y otros campos; o por qué el pueblo judío no fue capaz de convencer a los aliados de aceptar el trato propuesto por Eichman (el millón de judíos) o el bombardeo de las líneas ferroviarias que abastecían a los campos de concentración y exterminio de nuevas víctimas.

La primera falsedad, falacia, mentira mil veces repetida por el nazismo y que debemos rechazar de plano, es precisamente ésa. El pueblo judío no es un pueblo inmensamente rico, poderoso y capaz de doblegar cualquier voluntad, como ha quedado ampliamente demostrado, cuando el propio pueblo judío sufrió el Holocausto.

Un poder tan inmenso, un lobby tan poderoso, lógicamente habría logrado corromper a los codiciosos y avariciosos nazis. Y además, un pueblo tan poderoso habría logrado convencer a infinidad de países de acoger a los judíos deportados, y dichos judíos habrían sido además recibidos con los brazos abiertos lo mismo que se recibiría a un multimillonario que viene a gastar su fortuna en nuestro pueblo y a crear empleo.

La realidad es que el pueblo judío no es esa élite poderosa cuya existencia algunos siguen afirmando. Es cierto que el judío es un pueblo que tiende a unirse en base a una misma religión, pero ello mismo podría imputarse a la masonería internacional, la francmasonería, o incluso al Catolicismo, que cuenta con cientos de millones de fieles en todo el planeta. Si todos los católicos se pusieran bajo las órdenes del Vaticano ¿qué fuerza más poderosa que la Iglesia Católica se encontraría en el mundo?

Por ello afirmo que el rodaje de películas como “La zona gris” es absolutamente necesario. Muy necesario. Lo que le sucedió al pueblo judío no es algo que se deba relegar a los libros de Historia y después podamos olvidar como la lista de reyes godos. Fue un hecho crucial histórico que marcó al mundo entero. Todos los millones de personas que murieron en esos campos de concentración y exterminio no pueden ser olvidados bajo el pretexto de que algunos judíos poderosos quieran influir en el mundo recordando su historia reciente. No olvidemos que el cristianismo empieza precisamente a partir de la muerte de una sola persona, Jesús. Esa muerte adquiere un significado trascendental para los creyentes y da lugar a una auténtica religión que ha perdurado hasta nuestros días.

La muerte de más de 6 millones de judíos no ha dado lugar a una religión. No hay cultos en su nombre ni cruces evocando su sufrimiento. Pero sí hay unas nuevas generaciones de personas comprometidas con los derechos humanos que están decididas a impedir cueste lo que cueste que aquel horror regrese, y el primer paso para impedirlo, es darlo a conocer, aunque duela. Porque cualquier acercamiento al Holocausto, aunque sea a través de la forma de una película, siempre supone un coste emocional.


IV. EL LECTOR.

“El Lector” es una película que se ambienta entre 1955 y 1965 en la República Federal Alemana antes de la reunificación. En ella se nos cuenta la historia de Hannah, miembro de las SS y guardiana de un campo de concentración durante la IIª Guerra Mundial y ahora acusada de graves crímenes con la connivencia de sus compañeras que, mintiendo y falseando los hechos, deciden inculparla a ella para desviar las responsabilidades más graves.

En “El Lector” el personaje centra, Michael, llega a sentir cierto menosprecio intelectual o rechazo hacia Hannah por lo que hizo o se le acusa de haber hecho, pese a que sabe que Hannah no podría haber sido nunca responsable total de los hechos por su analfabetismo. Se contrapone una Alemania “democrática” que rechaza radicalmente el nazismo, al pasado reciente del nazismo. Es una situación parecida a la que se dio en España cuando se pasó de una monarquía a una República: “España se ha acostado monárquica y se ha levantado republicana”. Aquí Alemania abandonó el nazismo, condenado internacionalmente, y abraza la democracia. Los antiguos personajes del nazismo son ahora rechazados, sus acciones antes aplaudidas son ahora señaladas como inhumanas, y Hannah es una víctima más de un sistema deseoso de condenar como chivos expiatorios a personajes del régimen nazi.

Toda la obra “El Lector” así como la película es una denuncia de su autor Bernhard Schlink, sobre los juicios sumarísimos y en ocasiones parciales y de dudosa legalidad que se celebraron en la RFA en aquella época y que pretendían castigar ejemplarmente a las personas a quien su propio país consideraba hacía tan sólo unos años ciudadanos alemanes de prestigio.

Así, Hannah pasa de ser un miembro de las temibles SS a una convicta condenada por graves crímenes, aunque condenada por mucho más de lo que le correspondía. El Tribunal es caracterizado como un órgano mediatizado, que ya tenía la decisión tomada, y a quien no le interesa ni importa la verdad sino encontrar un culpable sobre el que descargar el castigo ejemplar que se enviará a los periódicos como muestra de lo demócratas que todos son.

En cierto momento de la película uno de los compañeros de Facultad de Michael le echa en cara al Profesor que él también vivió el nazismo y que muchos otros adultos vivieron aquel sistema y ahora parece que reniegan de todo ello y miran para otro lado. Se denuncia la falsedad de la sociedad.

V. AMÉN.

La película de Costa-Gavras “Amén” recuerda a la figura histórica del militar de las S.S Kurt Gerstein, quien intentó parar el Holocausto. Le sitúa en su contexto histórico, y lo mezcla con la historia de un sacerdote llamado Riccardo, que apoyará sin reservas a Kurt Gerstein y terminará muriendo a manos de los nazis en Auschwitz.

En “Amén” se intenta presentar un retrato de la Alemania que colabora de forma entusiasmada con el nazismo, creyendo que van ganando la guerra (lo cual no es cierto) y creyendo incluso en la existencia de una “arma secreta” que salvaría a Alemania de la rendición. Se cuenta el exterminio inicial que se hizo de los enfermos y disminuídos psíquicos y que los alemanes pararon cuando se enteraron, y se critica abiertamente la posición de la Iglesia Católica y también de la Iglesia Evangélica alemana frente a la política racista del III Reich.

Se ven imágenes donde salen camiones repletos de jóvenes que van contentos cantando canciones, y que se dirigen al frente. Y se ven también a personas que se resisten al nazismo y conociendo sus horrores, tratan de ayudar a parar el Holocausto (La “Iglesia Confesante” a la que pertenece Kurt Gerstein).

La película adolece de cierto sesgo en el sentido de que se quiere presentar a Kurt Gerstein como una persona completamente convencida de la “maldad” del III Reich, hasta el punto en que riñe a su hijo pequeño por hacer el saludo al Führer. En la realidad no creo que Kurt Gerstein fuese tan vehemente en su rechazo al III Reich, pues a fin de cuentas era el sistema político que había conocido desde su juventud. Pero sí admito que durante su vida fue evolucionando y comprendiendo el alcance negativo y autoritario que estaba teniendo el nazismo hasta llegar a la convicción personal, al fin de la película, de que debía entregarse y contar todo cuanto sabía a modo de redención personal por su propia responsabilidad en los crímenes que, conociendo, no había podido impedir por causa de fuerza mayor.

Si se contempla al personaje de Kurt Gerstein con retrospectiva histórica es difícil reprocharle nada. Hizo todo lo que estuvo en su mano y aprovechó toda oportunidad que tuvo para dar a conocer el holocausto y tratar de detenerlo. Posiblemente nunca se conozcan las consecuencias positivas de las informaciones que Gerstein suministró a todas las diplomacias con las que contactó (entre ellas la sueca que salvó a miles de judíos) pero estaremos de acuerdo en que para él hubiera sido mucho más fácil aprovechar su cualidad de miembro de las SS para escapar de Alemania llevándose a su familia y ocultarse en algún país neutral como Suiza, en vez de quedarse en Alemania, enfrentarse al Holocausto y terminar dando a los aliados la información de forma voluntaria, a sabiendas de que sería considerado criminal de guerra.

El título de la película “Amén” es una especie de enigma que cada uno resuelve a su manera. Mi teoría personal es que Costa-Gavras tituló “Amén” a esta película porque “amén” es la palabra que pone fin a toda oración, y significa “así sea” o “así se haga”.

Si lo que quiere Dios, pensaba el sacerdote Riccardo, es que su pueblo muera asesinado, “amén”. Nada podemos oponer a la voluntad de Dios, por lo tanto yo mismo me sacrifico –pensaría Riccardo-.

Por otra parte Kurt Gerstein había estado animado por la creencia de que finalmente lograría detener el Holocausto. Al terminar la guerra decide entregarse, contar todo cuanto sabe del tema, y en cierta forma, se abandona a la voluntad de Dios, “amén”: hice lo que pude y ahora ya no tengo ganas de hacer nada más porque nadie me escucha.

“Amén” sería así una especie de testamento vital de dos personas que lo dieron todo por la vida de otros muchos seres humanos sin conseguir salvarlos. Un grito desesperado de piedad y horror lleno de resignación, de quienes saben que no pueden impedir unos hechos que son demasiado grandes y poderosos como para cambiarlos.


VI. PORTERO DE NOCHE.

En “portero de noche” tenemos a una serie de antiguos oficiales del III Reich que se han reciclado como diversos profesionales en la vida civil, siendo nuestro protagonista el responsable de un hotel.

Allí se reencuentra con una mujer que fue prisionera suya y a quien sometió a prácticas humillantes. La mujer siente una fascinación por él e inician una relación un tanto especial, de tipo sadomasoquista.

En esta película se retrata la sociedad alemana de posguerra en la que había muchos antiguos oficiales alemanes, incluso de las SS, que mantenían el contacto y una cierta camaradería, que iba más allá de una amistad. También mantienen el contacto unos con otros por temor, para evitar que un miembro se vaya de la lengua y cuente lo que hizo él o hicieron otros durante la Guerra. Hay una especie de complot secreto, un acuerdo no escrito, según el cual unos velan por otros, pero no por camaradería sino por temor a que se descubra su pasado y terminen en un juzgado. Esta es precisamente la coartada de los colegas del “portero de noche” para terminar con su vida y la de su amante, la antigua prisionera judía: silenciarles para siempre.

Esta es una película un tanto extraña, filmada con un gusto estético preciosista, que escandalizó en su momento por el planteamiento perverso de la trama; pero que aún hoy sigue impresionando por la fuerza dramática de la historia que se cuenta en ella. El “portero de noche” actúa como una especie de moderno Marqués de Sade que logra que su torturada prisionera desee regresar con él. Está claro que este tipo de prácticas sadomasoquistas existen ahora y siempre existieron, pero no es muy edificante, como se comprende, y de ahí vienen las críticas, que se relate una historia sadomasoquista entre un antiguo nazi y una antigua prisionera judía.

Los antiguos nazis en la película actúan siempre movidos por el temor a que su anterior trayectoria sea descubierta y les sean exigidas responsabilidades. El nazismo es visto como algo ya pasado pero que subsiste en la forma de sociedades secretas que comparten responsabilidades criminales como las de estos hombres que se reúnen con el portero de noche.

El Holocausto no se ve en la película de una forma clara aunque sí queda claro que el protagonista debió llevar a cabo muchos abusos en las personas de prisioneros judíos debido a sus particulares desviaciones mentales o sexuales, como consecuencia de las que conoció a la mujer judía.


VII. EL HUNDIMIENTO.

En esta película alemana el actor Bruno Gantz da vida al Fürher Adolf Hitler en los últimos días previos a la capitulación alemana frente al Ejército ruso, en Berlín. El protagonista absoluto del filme es Hitler y su personalidad paranoica, cruel, autoritaria y despótica.

La Guerra con los aliados está ya completamente perdida aunque Hitler sigue confiando, recluido en su búnker, que aún quedan suficientes fuerzas militares para contener e incluso repeler los ataques enemigos. Sus generales conocen la verdad y tienen que transmitirle malas noticias. Hitler termina reconociendo su fracaso, y se suicida junto con Eva Braun poco después de contraer matrimonio con ella. Joseph Goebbels también decide quitarse la vida junto con su mujer y sus hijos. Pero del bunker de Hitler lograrán escapar con vida la secretaria de Hitler y otras personas cercanas al Führer. Sobrevivirán y podrán contar lo que vieron. Los hechos que relata esta historia.

A lo largo de todo el filme no hay ninguna mención especial a los judíos ni al Holocausto pero al final del mismo, Traudl Jungle, la auténtica secretaria de Hitler, en una entrevista de archivo filmada antes de su fallecimiento, declara que nunca tuvo conocimiento del Holocausto en aquel tiempo y lamenta aquellos hechos horribles que para ella fueron una auténtica revelación. Lo que no es de extrañar pues como sabemos todo lo relativo a la “Solución final” fue orquestado por Himmler y las SS en riguroso secreto y mediante órdenes verbales. Fue todo una actuación del Estado por vía de hecho, auténticamente brutal.

“El Hundimiento” es una película que exige un tarde o una velada entera para ser disfrutada plenamente. He visto esta película tres veces. Las dos primeras centré mi atención en el personaje de Hitler. La última vez que la ví, sin embargo, advertí que la película transmitía mucho más de lo que había captado hasta el momento, a través de varios personajes secundarios históricos cuya suerte fue desigual tras la finalización de la Guerra. Sobre esos personajes haré algunos breves comentarios.

No cabe duda que el personaje de Hitler ha dado mucho juego en el cine, pero el Hitler que interpreta Bruno Gantz, no es un Hitler retratado como el loco peligroso y paranoico que todos esperaríamos, una especie de demonio o una “figura de caricatura”; sino un ser humano desesperado, pero dotado de una gran capacidad para el mal. En “El Hundimiento” se huele el miedo a Hitler y se ve cómo incluso sus más próximos colaboradores le tratan con cuidado y temor a que se enoje por cualquier cosa. Vemos también en el filme que Hitler tenía unos horarios muy extraños, ya que trasnochaba y dormía hasta tarde, y que pese a su maldad profesaba sin embargo cierto aprecio a un perro como animal de compañía y también a Eva Braun.

Hitler es retratado como un sujeto orgulloso hasta la muerte, incapaz de reconocer una derrota, incapaz de negociar o ceder… pero el problema de Hitler es que el precio que paga su orgullo no lo paga él personalmente sino que lo paga el pueblo alemán cada día que continúa la guerra en Berlín. Lo pagan los pobres niños de las juventudes hitlerianas, que en su inocencia creen que pueden contener al enemigo manteniendo una posición armada en una plaza. Lo pagan los jóvenes oficiales que tienen una fe tan absoluta en Hitler que no dudan en suicidarse ante la noticia de la capitulación del III Reich.

Hitler es el antipapa, es el supremo sacerdote de la maldad. Es quien administra el sacramento de la muerte. En la película Hitler se acerca afectuosamente a una mujer en su Búnker y le dice, con un tono de voz amable: “Siento no poder hacerle un regalo mejor”, entregándole una cápsula de cianuro para que la mujer pueda quitarse la vida. ¿Qué otra cosa podría ofrecerle Hitler a un alemán que no fuera precisamente muerte?.

En todo momento he creído estar delante del mismísimo Hitler. La recreación que hace Bruno Gantz es tan creíble que se comenta incluso que durante el rodaje estuvo raro y que algún compañero se tropezó con él cuando iba caracterizado y se llevó un susto de muerte. Pero se ha dicho que “El Hundimiento” quiere presentar una imagen dulce o edulcorada de Hitler. Una imagen benévola o complaciente, y ahí no puedo estar de acuerdo. El Hitler que encarna Bruno Gantz en esta excepcional película alemana es un Hitler cargado de matices. Un Hitler vivo, no un loco peligroso sino un Jefe de Estado respetado fanáticamente por millones de personas. Hay que tener en cuenta que incluso dentro del Búnker, Hitler sigue teniendo el poder absoluto en Alemania y es, al menos en teoría, uno de los hombres más poderosos del mundo.

No es cierto que esta película presente un retrato benévolo de Hitler. Lo que sí hace, en cambio, es colocar al espectador en posición de comprender el fenómeno del fanatismo ciego de sus seguidores, y también de llegar a sentir compasión y hasta lástima por tantas personas valerosas que dieron su vida por un sistema autoritario que moría de la misma forma que había querido dar forma al Reich de los 1.000 años.

Tras la visión de esta película nos queda claro que los seguidores de Hitler no eran todos ellos personas malvadas sedientas de sangre, ni militares cegados por su afán militarista; sino personas normales que se encontraban atrapadas en unas circunstancias y sujetas a una lealtad que no podían honrar sin condenarse a sí mismos como cómplices. Esta película no le hace ningún favor a Hitler y creo sinceramente, sin ser ningún experto, que el equipo de personas que la rodó ha hecho su mejor esfuerzo por poner en pantalla el Hitler más humano y próximo a la realidad que fue posible.

Duras, muy duras son las imágenes que nos muestra esta película donde se ve a los Goebbels asesinar a sus propios hijos y luego suicidarse. Los Hitler harán lo mismo. Pero lo más triste y lamentable es la historia de los pobres niños y niñas de las juventudes hitlerianas, cuyos cadáveres tirados en cunetas e improvisadas trincheras, en plena ciudad, mostraban al espectador el rostro más humillante de la derrota alemana, que es también la derrota de un pueblo engañado y llevado una vez más a la postración. Es absurdo que personas tan jóvenes pierdan la vida de esa forma pero es que además esos pobres niños resultaban militarmente insignificantes para el avance ruso, muy superior en número, que era ya incontenible.

La película está hecha con mimo y rezuma verosimilitud. Se dice que es la película más cara del cine alemán reciente y no pongo en duda que se ha invertido muy bien cada euro. La historia que se cuenta es la generalmente aceptada por los historiadores si bien Traudl Jungle, la secretaria de Hitler, falleció desafortunadamente antes del estreno de la misma, de forma que la película constituye, acaso, un testamento vital o incluso una disculpa, o un lamento, de una anciana, por haber trabajado para alguien que hizo tanto daño al mundo, aún sin ella ser consciente de ello.

Es fundamental en esta película fijarse en la lealtad ciega que los militares próximos a Hitler tenían al III Reich. Una fidelidad fanática que llega a anular la inteligencia y alcanza a convencer a muchos buenos soldados y oficiales, inocentes de crímenes de guerra, para que se quiten la vida. Es un sacrificio absolutamente inútil y hasta infantil, porque sus vidas no van a pagar el daño causado por el nazismo al mundo. Pero es un testimonio claro y manifiesto del daño moral causado por la propaganda nazi en las mentes de sus propios servidores. Hitler no sólo había creado una terrible máquina de guerra sino que también le había colocado un botón de autodestrucción para situaciones como ésta.

El Búnker de Hitler es el protagonista silencioso del filme. Ha sido recreado con fidelidad según toda la información que de él se conoce ya que fue destruido casi en su totalidad por los rusos. Las imágenes que se muestran permiten hacerse una idea cabal y realista de aquellas instalaciones, y de la seguridad que ofrecían a sus moradores. Hay que tener presente que todavía hoy en Alemania el búnker o los búnkers (porque hay varios) de Hitler en Berlín son una cuestión de secreto de Estado. En los años noventa se descubrió haciendo una obra un búnker de la segunda guerra mundial y automáticamente se impidiío a los medios de comunicación cualquier posible difusión de lo que se encontró en el mismo.

Ahora quisiera referirme a algunos de los personajes secundarios que van desfilando por la película “El Hundimiento” y que son en mi opinión los verdaderos héroes del filme, quienes honraron el uniforme del ejército a quien servían y llegaron a dar la vida por el mismo, incluso pagando por culpas que no tenían.

Por ejemplo el médico de las S.S Dr. Shenck, que trabajaba junto al Dr. Werner Haase. Era uno de los médicos personales de Hitler. Shenck se negó a marcharse de Berlín y decidió quedarse allí cumpliendo con su deber ahora que –estimaba- sus servicios serían más necesarios que nunca. Este hombre valeroso sería encarcelado y represaliado por los rusos tras la rendición alemana. La película le ofrece un merecido homenaje y sirve de recuerdo amable hacia este gran profesional y también miembro de las SS que pudo elegir la huída y salvarse y sin embargo permaneció al lado de los suyos hasta el último momento, trabajando como médico.

Precisamente el recuerdo emotivo del Dr. Schenk me hizo reflexionar sobre la noción de “espíritu humanitario”. El Dr. Schenk era médico y como tal, estaba acostumbrado a salvar vidas, pero también a ver personas morir. Sólo una persona con un gran espíritu humanitario puede elegir lo que eligió él, permanecer al lado del bando de los perdedores y arriesgarse a una más que probable muerte por el enemigo, a cambio de poder salvar alguna o varias vidas más. Sólo alguien que estima el valor de la vida humana por encima de cualquier otra consideración, puede decidir algo así.

Por ello entiendo que el Dr. Schenk aún sin saberlo, estaba poniéndose al servicio de una causa humanitaria y no estaba realmente al servicio del III Reich aunque formalmente llevase su uniforme. Porque un auténtico miembro de las SS habría huído, como huyó Himmler, como huyó Eichman, como huyeron todos, como cobardes, corruptos y personas faltas de moral que eran, dispuestos a salvar su pellejo como fuera.

También hay militares valerosos como los que ayudan a Traud Jungle a escapar hacia la libertad, atravesando las líneas rusas, y para maximizar sus posibilidades de huída, deciden quedarse, asumiendo un probable enfrentamiento armado del que no saldrían con vida. Esa caballerosidad del oficial tratando de salvar a las mujeres arriesgando su vida; ese arrojo y valentía personal, no puede ser característico de un miembro de las SS, que son por definición cobardes, falsos y corruptos; esa conducta es la conducta de una pesona valerosa y luchadora que no duda en ofrendar su vida para salvar la de otro ser humano. Por ello también hay un mensaje positivo, en la película: muchos militares eran personas dignas y con un comportamiento honorable. No podía la película dejar de reflejar que incluso en la huída y en circunstancias tan graves y peligrosas, no deja de haber comportamientos heroicos y dignos de elogio.

En conclusión diremos que esta película nos muestra un grupo de personajes diversos entre los cuales hay fanáticos seguidores de Hitler, militares sensatos y valientes pero condenados por su lealtad al tirano, y también personas valerosas, dignas y merecedoras de reconocimiento como el Dr. Schenk o el militar que ayuda a Traud Jungle a salvar su vida tras escapar del Búnker.

VIII. HA LLEGADO EL ÁGUILA (THE EAGLE HAS LANDED, 1976)

Este filme británico se estrenó en 1976 aunque parece una película clásica por lo esmerado de su realización. Fue dirigido por John Sturges y cuenta entre su elenco actoral con primeros nombres como Michael Caine, Robert Duvall, Donald Sutherland, Donald Pleasence, Anthony Quayle, Jenny Agutter, Treat Williams, Larry Hagman y Jean Marsh.

La película es bastante larga y si se tiene un poco de suerte puede darse con la edición extendida, que dura casi dos horas.

El argumento es éste: el servicio secreto alemán se entera de que el mandatario británico Winston Churchill visitará un pequeño pueblo (Norfolk, G.B). Hitler da orden de secuestrarlo. El coronel Radl, cumpliendo la orden de Hitler, ofrece la misión al coronel Steiner, que estaba pendiente de un consejo de guerra junto con sus hombres (había sido condenado a muerte). Como es lógico Steiner acepta la misión a cambio de ser plenamente rehabilitados en sus cargos como militares tanto él como sus hombres. Pero las probabilidades de éxito son escasas, por lo que el ofrecimiento no es tan generoso como aparenta.

Los hombres de Steiner se disfrazan de soldados polacos aliados y caen en paracaídas sobre Inglaterra, llegando a su destino con antelación. Ahora sólo cabe esperar la llegada de Churchill.

Esta es una película atípica en el género de la segunda guerra mundial, primero porque en esta película los “buenos” son los alemanes, aunque no por su pertenencia el III Reich sino por las personalidades humanitarias y dignas de sus protagonistas. Además, el III Reich es retratado como un sistema cruel, que castiga inmerecidamente a sus propios hombres. La condena a muerte de Steiner (interpretado por Michael Caine) y sus hombres es precisamente la primera manifestación en la película de que algo no está bien en el III Reich. Porque queda muy claro que Steiner y sus hombres son inocentes por completo.

Por otra parte, hay una escena donde se produce un abuso por parte de unos guardias nazis hacia unas prisioneras judías y la intervención de Steiner es claramente de impedir dicho abuso, conminar a los guardias y poner a salvo a esas personas atacadas. Esta actuación nos presenta desde el primer momento a Steiner como un militar alemán pero una persona digna, respetuosa con la vida de las personas. No es un asesino, ni es un cruel nazi buscando víctimas.

En la película los alemanes son presentados como hombres valerosos, patriotas, hombres de honor, que no quieren aceptar combatir con un uniforme falso sino que quieren llevar su propio uniforme. Aceptan la misión de matar a Churchill pero no comparten el racismo, el odio del nazismo. Son militares profesionales que tratan de cumplir con la misión encomendada, pero no odian a sus enemigos. En definitiva, todo está preparado para que el espectador les coja simpatía desde el principio y vea la película de una forma distinta a lo que está acostumbrado, llegando a desear que los “malos” (los alemanes) se salgan con la suya.

Las interpretaciones de los personajes son excepcionales. Donald Pleasence interpreta a Himmler y hace un papel muy bueno. La película tiene un desarrollo algo lento al principio pero después se vuelve más interesante. La recreación histórica es muy verosímil y en todo momento creemos estar ante una película clásica, una gran superproducción de los cincuenta o sesenta, pero ha de recordarse que la película es de 1976.

Si pudiera resumir la película en una sola frase diría: “Soldados del III Reich pero con honor”. En esta película se evita caer en el error de presentar a los militares alemanes como personajes planos carentes de profundidad alguna y asesinos desalmados. Aquí el Coronel Radl y el Coronel Steiner y sus hombres son presentados como personas sensatas, soldados valerosos y fieles a su patria pero no son asesinos, ni odian a los ingleses, ni sienten odio hacia nadie. Su conducta humanitaria, su compañerismo y camaradería suscitan la complicidad del espectador desde el primer momento y terminamos viéndolos como un puñado de hombres sacrificados que tratan de cumplir un encargo casi imposible para obtener como premio algo que les quitaron injustamente: su propia dignidad. Y su propia dignidad de militares honorables es precisamente lo único que les queda a estos hombres, y por eso la valoran tanto.

En esta película hay tan sólo una referencia al Holocausto y es esa escena en la que se ve a unos soldados maltratando a unas mujeres judías que están siendo deportadas. Steiner y los suyos aparecen en escena e impiden que el abuso continúe, lo que supone para ellos problemas con la gestapo. La película no trata a fondo el tema del Holocausto (quizá era temprano, 1976) pero sí deja una pequeña llamada de atención. Está claro que si Steiner y sus hombres tuvieran conocimiento del Holocausto, no lo habrían aceptado nunca.

Llama la atención, en esta película y en “El Submarino”, lo fácilmente que aceptan misiones imposibles o casi imposibles los militares alemanes. Y, sin embargo, qué poco reconocimiento y respeto obtenían de su propio gobierno. Por hacer una comparación, en el bando aliado, al Coronel Doolitle le encargó su gobierno hacer una incursión en Japón para minar la moral nipona. Era una misión casi suicida porque suponía adentrarse en terreno enemigo con unos aviones muy grandes, bombarderos, sin capacidad de escapar y con el combustible muy justo para aterrizar en China. Doolitle tiene éxito pero hay muchas bajas y cuando regresa a EE.UU teme que le abran un consejo de guerra por tantas pérdidas humanas. Sin embargo, EE.UU le llena de honores.

Qué diferente la suerte de un militar por estar en el bando alemán.

IX. EL SUBMARINO.

Otra gran película “diferente” que nos muestra la segunda guerra mundial desde el bando alemán es “El Submarino”. Aquí vivimos el día a día con la tripulación de un submarino alemán que trata de sobrevivir como puede mientras cumple obedientemente su misión. La película está basada en el testimonio de verdaderos oficiales alemanes de la época y rezuma verosimilitud y autenticidad, además de la virtud que encierra la gran complejidad técnica de llevar a las pantallas el interior de un submarino militar de los años cuarenta.

Las condiciones de vida a bordo del submarino son horrorosas y agobiantes pero lo peor son las vivencias que los protagonistas irán sufriendo por culpa de sus propios mandos nazis, como por ejemplo cuando reciben órdenes de abandonar a los supervivientes de un barco hundido, pero también se retrata el infierno de sufrir ataques constantes y ser casi hundido por el enemigo. Al final de toda su epopeya, regresan a casa triunfales pero un bombardeo inoportuno frustra el final feliz de la historia.

Sin duda es una película que enseña a no odiar a los alemanes, ya que aquí a diferencia de “Ha llegado el águila” no se percibe una intención especial de caer simpáticos a los espectadores, sino que se pretende contar una historia desde el lado alemán, una historia con personas que sufren y viven con miedo también. No es una historia de asesinos y víctimas, sino que todos son víctimas.

“El submarino” nos muestra a militares valerosos, profesionales y temibles por su capacidad, pero no asesinos sin compasión. Recuerda a aquella frase dicha, respecto del Cid Campeador que estaba al servicio de Alfonso VI “Dios, qué buen vasallo, se hubiese buen señor”. Pues aquí no podemos menos que reconocer que si estos hechos que refleja la película son ciertos e históricos, desde luego los marinos alemanes eran personas dignas de reconocimiento por su valentía y arrojo; pero estaban al servicio de una causa torcida y su propio país les abandona a su suerte cuando resulta oportuno hacerlo. Me pregunto cuántos actos heroicos de militares alemanes habrán sido enterrados por el olvido y por no haber sido reconocidos en su día por el propio régimen nazi.

X. LA LISTA DE SCHLINDER.

Una de las películas más importantes que hay sobre el Holocausto y el nazismo en general y una gran película también a nivel comercial. Es raro encontrar a alguien que no la haya visto. Ha sido además una película muy oscarizada (ocho estatuillas).

Schlinder es un comerciante burgués alemán que trata de sacar partido económico a la guerra pero termina convirtiéndose en el salvador de más de mil judíos polacos. A partir de cierto momento, Schlinder tomará conciencia de la tragedia del pueblo judío y hará cuanto pueda para salvar la vida de los que tiene en su fábrica contratados como empleados. Algo que logrará gracias también a la colaboración de su fiel contable.

No voy a detenerme en relatar la trama ni analizar detenidamente la película ya que es muy conocida. Trataré de hacer algunas aportaciones personales sobre lo que he aprendido o he percibido de este filme.

En esta película el nazismo y particularmente las SS son retratados como un sistema corrupto, autoritario y que no respeta la vida humana. Schlinder aprovecha el punto débil de las SS, su avidez por el dinero y el lujo, en beneficio propio.

Schlinder era una persona de buena familia y que había tenido una educación esmerada. Por ello no tenía especial odio o prejuicios contra los judíos. Ello facilitó mucho el trabajo a su contable, Itzak Stern, quien fue el que realmente elaboró la famosa lista de personas que se salvarían de la deportación y del holocausto.

La película no intenta presentar a Schlinder como un héroe sino que nos muestra su paulatina evolución de empresario sin escrúpulos a persona profundamente conmovida por la tragedia del pueblo judío.

Siendo una gran película no puede olvidarse que existieron muchos otros “salvadores”, en la página web de la Fundación Raoul Wallenberg hay muchos nombres de todas las nacionalidades, siendo el de Raoul Wallenberg uno de los principales. Personas que se jugaron su vida para ayudar a escapar y salvarse a miles de judíos y que, en muchos casos, no han tenido reconocimiento más allá del recuerdo emocionado de sus familiares o una placa en una calle.

En mi propia localidad hace unos años fallecieron tres ancianas, tras cuyo entierro se conoció que durante la Segunda Guerra Mundial habían formado parte de una red internacional dedicada a la salvación de judíos alemanes y europeos. Ocultaban a los judíos en sus domicilios y les ayudaban a escapar. Estos hechos sucedieron durante la dictadura franquista y en la peor época represiva, años cuarenta, donde una mera denuncia anónima podría haber dado con estas personas al paredón.

No sabremos nunca cuántas personas salvaron la vida gracias a la iniciativa solidaria y humanitaria de tres pobres mujeres de una pequeña ciudad gallega pero lo que sí es seguro, es que sus nombres, al igual que los nombres de todos los “salvadores” que figuran en los registros de la Fundación Raoul Wallenberg, son nombres tan importantes como el de Oskar Schlinder, a quien sin negar ningún mérito, tampoco debemos recordar como un gran salvador porque no fue ni el único ni el más importante. Y es que el heroísmo y la conducta humanitaria no conoce de nacionalidades, de credos ni de sexo. Podemos encontrar a un “salvador” en nuestra propia calle, lo mismo que a un asesino.

XI. CONCLUSIONES FINALES.

Es necesario y sigue siendo importante que se hagan nuevas películas y se proyecten las existentes sobre el tema del Holocausto. Es un hecho histórico demasiado importante y trascendente como para permitir que el paso del tiempo lo termine convirtiendo en un relato en blanco y negro de ancianos ya fallecidos.

A quienes acusen a la “poderosa influencia judía” de que se rueden películas sobre el Holocausto, hay que recordarles que el Cristianismo lleva milenios recordando una sola muerte: la de Jesús. Y son incontables las películas de temática religiosa, algunas de ellas importantes y clásicas como “Ben Hur”, “Los Diez Mandamientos”, “Quo Vadis”, “La túnica sagrada”, etc. Sin embargo no por ello leemos todos los días en la prensa acusaciones contra las distintas Iglesias cristianas por la “poderosa influencia cristiana” en los medios cinematográficos.

Hay que admitir que enseñar el Holocausto puede hacer daño al alumno. Porque explicarle a un ser humano joven y alegre los hechos que llegaron a padecer millones de personas puede dar lugar a un daño moral, sobre todo cuando se comprende que esos hechos realmente sucedieron y se llega a la conclusión de que no estamos totalmente a salvo de que no puedan resurgir regímenes totalitarios en la actualidad. Pero es imprescindible herir a la juventud con este daño moral y enseñarles el resultado de la experiencia nazi. Sólo así aprenderán el valor auténtico de las declaraciones de derechos humanos internacionales, los pactos de derechos y las Constituciones democráticas, esos mismos textos que se pasan por alto en primaria y secundaria.

La enseñanza del Holocausto no es una enseñanza de muerte sino de vida. El Holocausto nos enseña, parafraseando a la superviviente de Auschwtiz Libusa Breden: no esperes que venga Dios a resolver nada. Haz tú algo. El Holocausto enseña a no tolerar el autoritarismo cuando viene a instalarse. El Holocausto enseña a no aceptar la discriminación de un colectivo ajeno porque los siguientes seremos nosotros, como en el famoso poema.

En el mundo actual la pedagogía más inmediata es el recurso audiovisual y por ello las películas que hemos visto encierran grandes enseñanzas y varias lecturas que hay que saber ver.

El reto más importante que nos presentan todas las películas está en la siguiente pregunta: Ante esta situación ¿Cuál ha de ser nuestro comportamiento? ¿Debe prevalecer la orden injusta dada por un nazi, o debe prevalecer el institinto humanitario que nos está diciendo que no matemos a esta persona desobedeciendo la orden dada, o incluso que nos enfrentemos con el superior?

Lo más difícil es reaccionar correctamente ante una situación grave y es aquí donde aparece el valor de la conducta de Oskar Schlinder, de Kurt Gerstein y de los valerosos hombres del Coronel Steiner. Ellos tienen muy claro que debe prevalecer el instinto humanitario pero en su lugar, muchas otras personas, quizá la mayoría, no habrían hecho nada y habrían consentido la injusticia bajo la excusa ¿Y yo qué podía hacer?.

Hoy ya no existe persecución oficial hacia los judíos ni sería aceptable que existiera pero sí existe menosprecio y cierto odio social a colectivos como los gitanos rumanos por ejemplo. ¿Qué sucedería si un grupo de estudiantes de Derecho españoles presenciara por casualidad cómo un par de policías pegan y esposan brutalmente a un gitano rumano? ¿Cuántos de nosotros irían a enfrentarse con los policías o pondrían una denuncia ante semejante atropello? Son este tipo de cuestiones las que ponen a prueba diariamente las convicciones humanitarias de las personas.